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ENiGMAZINE 3.13.23

11.03.2023

LA OSCURA ILUMINACIÓN

Llamar superstición a la creencia en una igualdad humana sustancial es insultar la superstición. Puede que no esté justificado creer en duendes, pero al menos la persona que sostiene esa creencia no observa que no existen, durante cada hora del día.


La desigualdad humana, por el contrario, y en toda su abundante multiplicidad, está constantemente a la vista, a medida que las personas exhiben sus variaciones en género, etnia, atractivo físico, tamaño y forma, fuerza, salud, agilidad, encanto, humor, ingenio, laboriosidad, y sociabilidad, entre otras innumerables características, rasgos, habilidades y aspectos de su personalidad, algunos de forma inmediata y notoria, otros sólo lentamente, con el tiempo.


Absorber incluso la más mínima fracción de todo esto y concluir, de la única manera posible, que no es nada en absoluto o una "construcción social" y un índice de opresión, es puro delirio gnóstico: un compromiso más allá de toda evidencia con el existencia de un mundo verdadero y bueno velado por las apariencias.


Las personas no son iguales, no se desarrollan de la misma manera, sus metas y logros no son iguales y nada puede hacerlas iguales.


La igualdad sustancial no tiene relación con la realidad, excepto como su negación sistemática.


Se requiere violencia a escala genocida para siquiera aproximarse a un programa igualitario práctico, y si se intenta algo menos ambicioso, la gente lo evita (algunos de manera más competente que otros).




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